HISTORIAS DEL 8M

Dos feministas "de toda la vida" comparten su lucha: "En nuestros tiempos no teníamos derecho a nada"

En un mundo donde la igualdad aún es un reto, Ana y Pepita, dos hermanas feministas que han tenido que vivir toda su vida en un mundo diseñado por y para hombres, nos recuerdan que la lucha feminista "sigue siendo más necesaria que nunca". 

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Ana y Pepita

A pesar de la lluvia y el mal tiempo, Pepita nos explica que, ni siquiera eso, puede impedirles salir a manifestarse contra el machismo que enfrentan cada día: “Me da igual que llueva, que truene, que nieve… Yo lo siento, soy mujer y lo he vivido.” Estas dos mujeres, desde siempre, se consideran feministas, pero, hoy más que nunca, insisten en la importancia de salir a la calle y reivindicar derechos que costaron años de lucha y que pueden perderse con facilidad.

Ana, la hermana mayor, nos habla de lo difícil que fue enfrentar el acoso callejero durante su adolescencia y vida adulta. “A los 14 o 15 años llamaba mucho la atención y cada vez que veía un grupo de hombres cruzaba la calle por miedo a que me dijeran algo. A mí nadie tiene que decirme que voy guapa o que voy fea.” Aunque algunos perciben los “piropos” como halagos, su testimonio deja claro que, para muchas mujeres, son una forma de intimidación. Por ello, nadie debería opinar sobre nuestro cuerpo sin nuestro consentimiento. Asimismo, la libertad de expresión no justifica comentarios que incomodan, invaden o hieren. El acoso callejero no es un problema individual, sino un reflejo de una sociedad que aún necesita evolucionar, como ponen de manifiesto estas dos mujeres.

“En nuestros tiempos no teníamos derecho a nada, no podíamos ni poseer nuestro dinero ni abrir una cuenta en el banco. Para toda decisión había que preguntar a nuestro padre y, posteriormente, a nuestro marido” explica Ana, evidenciando además que, a pesar de haber avanzado enormemente, todavía queda camino por recorrer para obtener la plena igualdad de género. Ahora estas dos hermanas nos comparten que tienen su propia cuenta y dinero, que se van de viaje solas o acompañadas por su marido e hijos, pero que no permiten que sean estos los que decidan cómo gastar el dinero ahorrado de toda una vida trabajando.

Ana y Pepita terminan la entrevista con estas palabras: “Tenemos que luchar para que puedas salir y regresar a la hora que quieras y, si decides salir desnuda, ese es tu problema.” Su deseo es un mundo en el que ni la ropa, ni la hora a la que sales sean justificantes para el acoso o la violencia. Ana, Pepita y miles de mujeres siguen luchando por un derecho básico: vivir libres, sin miedo, sin condiciones.